![]() |
Acuarela: Afuera/adentro Isabel Villanueva |
Vivimos tiempos muy extraños, con mucha incertidumbre y contradicciones. Lo
invisible se hace visible, los asuntos que no hemos querido ver por incómodos,
como la falta de apoyos reales a nuestros sistemas sanitarios y la existencia de
la enfermedad y la muerte, lo frágil de nuestra economía apoyada en los
servicios y la economía sumergida, la cantidad de familias que viven
situaciones emocionalmente intensas y difíciles, la violencia en nuestras
relaciones y con nuestros niños y ancianos, la dificultad del sistema educativo
para motivar a los niños y jóvenes y la poca autonomía dada a los maestros, el
colapso de este sistema cancerígeno de expansión y de abuso de los recursos
naturales, las agresiones a la naturaleza, todo ello se nos muestra de forma
bien visible ante nuestra mirada.
¿Seguiremos mirando?
Algunos eligen buscar un chivo expiatorio, alguien a quien echar la culpa
de lo que estamos viviendo, el “enemigo” es el virus, o el gobierno, o quizás
el vecino que sale al patio con su hijo, culpa de los españoles en general, de
la Unión? europea, de los chinos. O quizás la culpa de todo la tenga un
murciélago o un pangolín, vete tú a saber.
Esta búsqueda (proyección decimos en psicología) de un objeto donde
depositar nuestro enfado, miedo, rabia, alivia un poco el malestar al principio
(es una de las razones por las que usamos este mecanismo de proyección), pero
tarde o temprano el malestar vuelve, ya que no es la verdadera causa de nuestra
emoción desagradable y además su “destrucción” o denuncia no soluciona el
asunto en el que TODOS estamos inmersos (puede generar mucho daño y dolor, eso
sí)
¿Cómo un fragmento de RNA, bien pequeño, microscópico, puede ser un enemigo
tan terrible. ¿Contra quien “luchamos”? ¿Ésto es realmente una guerra?
Somos naturaleza, en nuestro cuerpo hay RNA, también hay bacterias y virus
(se calculan unos 38 billones de microorganismos DENTRO de cada persona), en
nuestro entorno a diario tenemos contacto con miles de estas diminutas
porciones de vida. Por ejemplo, en nuestras manos se estima que puede haber una
media de 3.200 bacterias de 150 especies diferentes, en otro estudio se observó
que en las monedas y billetes de un dólar se podían encontrar cerca de 3.000 tipos
de patógenos.
Necesitamos a los microorganismos para vivir y estar sanos.
Es imposible desinfectar la tierra ni a las personas porque nosotros
también moriríamos, no podemos limpiar la tierra ensuciándola, no podemos poner
puertas al campo y tratar de limitar el contagio poniéndonos guantes y
mascarillas, no podemos quedarnos en casa toda nuestra vida. Además erradicar un virus
no elimina el problema, porque el asunto no tiene que ver sólo con el virus,
tiene que ver con nuestra forma de vivir, con nuestra desconexión con la
naturaleza, con la pérdida de confianza en el proceso de regulación y de
sanación, con nuestra falta de límites y respeto, con nuestras ideas locas
sobre la salud, la vida y los seres humanos.
No estamos continuamente enfermos, a pesar de estar rodeados y rellenos de
microorganismos, muchos de ellos patógenos, porque la clave no es el
microorganismo, la clave es el sustrato, es el huésped, es nuestro nivel vital,
de salud, el entorno donde puede-o no-crecer y prosperar la enfermedad. Nuestro
sistema inmune funciona para detectar los elementos ajenos a nuestro cuerpo,
que pueden alterar nuestro complejo y delicado ecosistema. Es verdad que
estamos ante un virus nuevo, desconocido, que parece ser muy contagioso e
impredecible, y es difícil asumir que la medicina a veces no puede hacer mucho
más que aliviar o paliar, se toca la impotencia quizás porque se ha vivido
mucho tiempo en la omnipotencia. La potencia nos permite hacer lo que toca y lo
que es posible. Y también nos permite ver las limitaciones que tenemos en lo
científico y en lo organizativo, posiblemente porque no corren paralelamente
con nuestro desarrollo humano y personal.
Quizás podamos entender que esta situación actual es mucho más que un virus
contagioso desconocido suelto, que ha permitido visibilizar lo que no queríamos
ver, nuestro falso apoyo en una forma de vivir autodestructiva y poco conectada
con quienes somos.
¿Realmente una vacuna nos va a vacunar de toda esta locura? ¿Va a
solucionar nuestra situación actual para luego volver a la “normalidad”?
Nos gustan las soluciones rápidas (tipo píldora mágica) pero me temo que
esta vez no será posible, quizás podamos atravesar esta pandemia, gracias al
esfuerzo de los sanitarios y de toda la sociedad, pero necesitamos también mirar
las raíces de nuestros problemas y precariedades actuales para poder proponer
soluciones profundas, cimientos sólidos, no un nuevo parche para ir tirando (y
salir elegido en las próximas elecciones) y quedarnos en peores condiciones en
la próxima crisis (estos días me vienen mucho al recuerdo muchas medidas tirita
de la famosa crisis del 2008…)
Hoy, mientras caminaba hacia un herbolario cercano, atravesaba un parque,
exuberante de animales, de plantas, césped sin cortar y plantas abriéndose paso
por caminos y rincones y me daba cuenta del orden orgánico y un tanto caótico
de lo natural, tan diferente de la naturaleza con regla y cartabón que solemos
ver en los parques de las ciudades. Parece nos da miedo confiar en esta
regulación de ecosistemas, en este caos orgánico de los natural que nos impacta
con su belleza salvaje.
Las respuestas están visibles delante
de nuestros ojos.
Poder volver a la naturaleza,
nuestro hábitat, a vivir de forma más conectada y respetuosa con nuestro animal
interno, con nuestras necesidades y ritmos PERSONALES. Aquí no hay recetas ni
protocolos, nos ayuda la guía interna…la escucha emocional y corporal de la que
nos hemos apartado con la educación-domesticación. Confiar en esta organización de
los organismos que desde fuera puede parecer caótica y des-ordenada pero que es compleja, armoniosa, profunda y hermosa. Esta es la organización vital, de lo orgánico, más parecida a un bosque que a un jardín inglés, con tiempos largos de naturaleza, no de máquina y reloj.
Poder escuchar los mensajes de la
enfermedad, poder revisar la incapacidad que tenemos de parar, de parar de
verdad, de sentirnos dependientes, vulnerables y esponjosos como nuestros
pulmones, a los que curiosamente parece que ataca nuestro sistema inmune cuando
la infección se descontrola. Poder vivir sintiendo nuestra vulnerabilidad, que
somos porosos, permeables y en relación con lo externo. Poder estar en
presencia y contacto con lo que toca, dentro y fuera, agradable o desagradable,
con lo que hay, sin ponerle juicio ni etiquetas. VIVIR.
Poder recobrar nuestro poder
personal, y esto conlleva una responsabilidad, poder escuchar y
reflexionar, buscar las diferentes miradas para poder escuchar un criterio
propio que no copia y pega como un loro lo repetido mil veces. Poder coger las
riendas de nuestra vida y nuestra salud, esto que ahora! se nos pide, quedarnos
en casa con los síntomas, el no ir a los médicos por cualquier cosa, que apela
a nuestra responsabilidad y sabiduría corporal, cuando llevamos años escuchando
que el médico lo sabe todo, que no hace falta escucharse y que con medicación
se cura todo (incluidos los males del alma?). El poder personal con autoridad
personal permite reconocer la autoridad del otro y también escucharlo, pero sin
desconectarse de uno entregando nuestra libertad y autonomía.
Esto se relaciona con el poder tejer
redes de apoyo y solidaridad, crear ecosistema humano, de colaboración e
interdependencia, dejando las libertades individuales en manos de los
individuos y regulando el campo de juego básico con unas normas básicas donde
existe el respeto y se fomenta el intercambio, la solidaridad y el trabajo y
aportación de las personas. (Y al decir personas no hablo de grandes empresas
sino de personas). Esta es la respuesta “femenina” ante el estrés, de diálogo y
cooperación, mediada por la oxitocina, que no es tan ampliamente conocida como
la respuesta ataque/huida e inmovilización. Y pongo femenina entre comillas para
referirme a una respuesta con energía femenina, no adscrita a un sexo
determinado. Necesitamos más ternura y maternaje y menos violencia y exigencia.
Retomar esto que hemos descubierto importante cuando nos ha faltado: Lo importante que son las manos, el cuerpo y el contacto para transmitir, el
acompañamiento en los rituales colectivos y las reuniones familiares, la
importancia de los vínculos, los elementos naturales que nos ayudan en la salud y tanto echamos en falta, el aire
limpio, el sol, los buenos alimentos, la tierra en nuestros pies. Si nos
quedara poco tiempo de vida, estoy segura nadie lo utilizaría para trabajar
más.
Los seres humanos somos resilientes, tenemos recursos, somos creativos,
podemos utilizar nuestra energía sobrante (aquí hablo de las personas que no sólo están sobreviviendo, sino que tienen lo suficiente y un poco más) para darnos cuenta y conectarnos con lo que se
necesita en cada momento, si no malgastamos nuestra energía en vigilar al otro,
criticar, enfadarnos por asuntos que no tienen solución, exigirnos, trabajar
sin descanso, quizás la podamos colocar de forma constructiva en contribuir que
en nuestra medida, el mundo a la salida, sea un poquito mejor.
¿Seguiremos mirando?
Isabel Villanueva RED DE MAR
5 comentarios:
Interesante y magnífica reflexión, Isabel. Ojalá,quienes debieran estar tan cuerdos para tomar decisiones,tuvieran más empatía por el mundo, y decidieran trabajar conjuntamente, en vez de priorizar intereses y echarse cosas en cara. Yo desearía, no volver a "la normalidad", creo que no nos sienta bien. ¡A! y me encanta la acuarela. Abrazos.
Pararse a pensar en lo importante y en lo superfluo, el contacto con los demás y con la naturaleza, muchas gracias por tu reflexión y tu acuarela Isabel
Prrviosa reflexion, me ayuda a bajar de la nube, caminar descalzo por la tierra, ir despacio, disfrutando el regalo de la vida que nos rodea. Frenar, respirar, sentirme en paz, arropado por la Tierra y sus seres. Gracias
Maravillosa reflexión, para pensar detenidamente y volver al mundo, al origen y a lo realmente importante y valioso de la vida. Gracias!
Publicar un comentario