Sobre todo cuando parecen que no hacen nada…
Este es el título de un libro precioso escrito por Naomi Stadlen: http://www.naomistadlen.com/ en el que habla sobre el puerperio, la maternidad, la pareja... He seleccionado algunos párrafos de los primeros capítulos de su libro. Espero os gusten.
“Cuando nace su bebé, una madre puede descubrir que se ha convertido en una de las personas más influyentes del mundo. De forma colectiva, las madres aseguran la continuidad de la vida civilizada generación tras generación”
Tenemos muchas palabras para describir lo que hacen las madres cuando tienen una mala relación con sus hijos, en cambio hay muy pocas palabras útiles para describir la maternidad. El lenguaje que utilizamos es importante porque trasmite una imagen de la maternidad. En este momento trasmite una imagen distorsionada. Se ha hecho creer a las mujeres que pueden tener éxito en su trabajo, pero que ser madres es tan difícil que el éxito es imposible.
Nada te prepara
Antes, la mayoría de las mujeres esperaban convertirse en madres. La maternidad permitía a una mujer acceder a la “corriente principal” de la cultura femenina.
Pero hoy en día la historia es diferente. Muchas mujeres trabajan a jornada completa, y se ha desarrollado una nueva cultura que respalda este cambio. Cuando una mujer tiene un bebé debe abandonar su trabajo, con lo cual pierde también su red de apoyo tras una fiesta de “despedida”. Puede sentirse muy sola tras haber perdido su antigua red de apoyo sin tener una nueva. Puede encontrar círculos de madres que le den la bienvenida, pero la cuestión es que tiene que buscarlos. La antigua cultura maternal no está ya ahí esperándola.
Una mujer no se puede preparar para recibir a su bebé, pero puede prepararse para recibir una sorpresa.
A través de la observación, las tradiciones de crianza y preparación maternal se han trasmitido de generación en generación sin utilizar apenas el lenguaje. Actualmente esto resulta más difícil. Ninguna generación ha preparado con tanta despreocupación a las niñas para la maternidad como la nuestra.
Tener un bebé- como morir- es una de las grandes transiciones de la vida para las que no puede haber un ensayo previo. Pero eso no significa que no pueda haber una preparación. Por lo menos podemos prepararnos para estar desorientadas y conmocionadas Ser conscientes de esto puede resultar muy útil. Cuando las madres intercambian historias sobre las dificultades de las primeras semanas después del parto, empiezan a sentirse más fuertes. Esto nos ayuda a ver nuestras preocupaciones con cierta perspectiva. Es posible que estemos conmocionadas cuando tenemos un bebé, pero al menos podemos reconocer que es lógico teniendo en cuenta nuestra falta de preparación.
Toda la responsabilidad
La palabra “responsable” proviene de “responder” y eso es precisamente lo que hace una madre. Aprende a responder á su bebé.
Hay una gran cantidad de libros que ofrecen consejos para cuidar al bebé, el problema es que en muchos casos se contradicen. Lejos de ayudar a las nuevas madres, los “expertos” pueden minar la confianza que una madre necesita para descubrir por sí misma lo que quiere su hijo. Si se siente desorientada, el problema no se arregla con libros y manuales, lo que necesita es un estado mental adecuado para el proceso de autoaprendizaje.Cada vez que una mujer tiene un bebé tiene algo que aprender, a partir de su cultura, pero sobre todo del bebé. Si se considera una experta o tiene unas ideas muy rígidas le resultará muy difícil adaptarse a su hijo.
Normalmente no es necesario decirle a una madre qué debe hacer. Puede desmoralizarla más, y sin duda alguna no le ayuda a aprender. Una madre necesita sentirse relativamente segura para arriesgarse a tener dudas.
El milagro es que las madres consigan sobrevivir en un mundo dominado por los expertos.
Interrupciones inmediatas
Este gesto altruista, en el que una madre deja innumerables aspectos de su existencia personal en cuanto su hijo llora, merece unas palabras de reconocimiento.
A veces a las madres les da miedo “malcriar” a sus bebés. Temen que las manipulen y se conviertan en niños que esperan que ellas sigan dejándolo todo por cosas insignificantes, Pero esto no suele ocurrir. Si un bebé llora para que le presten atención, es porque la necesita. Siempre que un niño acaba siendo un manipulador, es porque no ha sido capaz de conseguir de otro modo lo que necesita. Además, un bebé al que el prestaban atención cuando lloraba se convierte en un niño generoso y sensible con los sentimientos de los demás.
No todas las madres deciden que pueden interrumpirlas en cualquier momento, se adapta al sistema de algunas madres, pero no al de otras. Es un ejemplo de un valioso gesto que no tiene nombre. Y como no tiene nombre se pasa por alto.
Las madres no suelen darse cuenta de que lo hacen. Pero podríamos ser más conscientes de este gesto maravilloso y observar con cuanta frecuencia lo repiten.
El poder del consuelo
Muchas madres consuelan a sus bebés cuando lloran, aunque esto suele pasar desapercibido. Si un bebé llora mucho, a su madre se la mira con lástima y se considera que tiene “mala suerte” porque su hijo la necesite tanto. Su nueva capacidad para consolar se pasa por alto con frecuencia.
Por lo tanto, resulta extraño que se haya escrito tan poco sobre cómo aprender a consolar. Nadie apoya a una madre mientras está aprendiendo a consolar, ni la felicita cuando es capaz de hacerlo. La gente le pregunta a las madres: “¿Duerme y toda la noche?, ¿Le has empezado a dar comidas sólidas?, ¿Le ah salido algún diente?”. Pero no. “¿Has descubierto qué le consuela?”. Sin embargo, la capacidad de dormir toda la noche, de digerir alimentos sólidos od e echar los dientes tiene muy poco que ver con la maternidad. Los bebés consiguen hacer estas cosas cuando han madurado lo suficiente, mientras que la capacidad de consolarlos depende de la habilidad de las madres.
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