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¿Qué es el Puerperio?

Según la RAE el puerperio se define como el Periodo que trascurre desde el parto hasta que la mujer vuelve al estado ordinario anterior a la gestación. La definición médica nos cuenta que es el periodo que comprende desde el final del parto hasta la normalización de los cambios fisiológicos producidos durante el embarazo.

¿¿Alguna vez volveremos al estado “ordinario” anterior a tener a nuestro hijo?? ¿Realmente los cambios producidos sólo son fisiológicos o algo cambia en nuestro ser, en nuestra alma, cuando somos madres? ¿El puerperio termina realmente a los famosos 40 días?

Te propongo olvidarnos del tiempo físico, acercarnos al tiempo emocional donde nos encontramos mamá-bebé, rechazar la invitación a volver a ningún estado ordinario y adentrarnos en este periodo fusión madre-hijo, cuya duración hay que descubrir y valorar de nuevo, compartir nuestros miedos, nuestras aventuras y descubrimientos.

FELIZ INMERSIÓN!

jueves, 1 de enero de 2009

La culpa Romper la cadena del dolor


FELIZ AÑO!!

Con este texto inauguro el blog del año 2009, con el deseo de que genere la energía que me permita tener tiempo, espacio, creatividad para seguir alimentando este blog y enriquecerme con historias y relatos relativas a la maternidad, el puerperio, la crianza...

Así que con la resaca de las comilonas y encuentros familiares, pero con la fuerza y el descanso de las vacaciones me propongo (como esas listas de intenciones de nuevo año que se suelen incumplir) reservarme más espacios personales de recarga y de conexión interior, más tiempos de reflexión y de escritura en el blog.. a pesar de la rutina loca del diario, precisamente por ese ritmo tan irreflexivo que me invita a correr y a no sintonizar con mis ritmos y mis necesidades.

Y con cariño, os dejo un extracto de este libro en el que estoy inmersa, que leo en pequeños ratitos durante estas Navidades y que tan inspirador me resulta... - Madres e hijas de C. Northrup

ROMPER LA CADENA DEL DOLOR

Un día, recibí un informe titulado "Toca el futuro: Aprendizaje de als relaciones óptimas pra niños y adultos". Compendio de sólidos estudios sobre la importancia del vínculo madre-hijo para el desarrollo cerebral y emocional óptimo de los niños, incluía documentación sobre cómo habían conspirado las modernas prácticas obstétricas, la falta de vínculo madre-bebé, la falta de amamantamiento por la madre, el servicio de guardería, y la violencia que aparece en los medios a generar una epidemia de agresividad, depresión, violencia y tendencias suicidas en los niños.

Aún cuando los estudios mencionados en dicho informe no eran nuevos para mi, y estaba de acuerdo en muchas cosas, de todos modos me activó un sentimiento de culpa materna muy antigua, profunda como un abismo. Me quedé paralizada y no pude continuar leyéndolo, abrumada por la sensación de que no había hecho bastante por mis hijas. Me sentí culpable por haber tenido ayuda en el cuidado de las niñas cuando estaba trabajando; me sentí culpable por haber deseado tener una profesión y una familia; me sentí culpable por no haber llevado a mis hijas junto a mi cuerpo todo el primer año de vida. Caída en ese abismo de culpa materna, me cegué a todo lo que había hecho bien.

Me pregunté "¿Qué me pasa?¿Porqué me siento tan mal conmigo misma como madre?"

Y entonces hice la conexión. No me gustaban algunas de las decisiones que había tomado una de mis hijas veinteañera en esos momentos. Pero en lugar de dejar que esas decisiones fueran responsabilidad de ella, suponía que los errores eran por mi culpa, un reflejo de cómo yo la crié. (...)
Culpar a nuestras mades por sus defectos (y por consiguiente los nuestros) o sentirnos culpables por nuestros fallos como madres son maneras seguras de continuar en la modalidad de víctimas como mujeres, un estado que nos aleja de nuestro poder personal y nos predispone para la enfermedad y más fracasos. Aunque hemos de ser sinceras con nosotras mismas acerca de nuestra infancia, aunque hemos de reconocer en qué no hemos acertado, no nos sirve para nada continuar estancadas en el sentimiento de culpa. En lugar de eso, tenemos que aprender a continuar adelante conscientemente, con los ojos y el corazón abiertos.
Al margen de cómo nos amó y crió nuestra madre, finalmente hemos de interiorizar y poner al día la forma de acogernos que nos trasmitió, y aprender las habilidades añadidas necesarias para amarnos y cuidarnos de modo óptimo. (...)
Si tienes una hija, el trabajo que hagas para hacer las paces con tu madre y tu historia relativa a su atención y cuidados será el mejor legado de salud y curación que puedes trasmitirle. Y si no tienes hija o no piensas tenerla, debes saber que, sanando tu relación con el modo en que te crió y sustentó tu madre, serás para las mujeres y hombres de todas partes un modelo de esa rareza: una mujer sana que ha hecho las paces con su pasado y desea con ilusión crear su futuro.


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